Por fin el gobierno hace algo bien: Aprueba la homeopatía!!!

 Guiarse por precedentes absurdos y cerrar los ojos es más fácil que pensar.

William Cowper

Creo que estamos de enhorabuena. Por fin Sanidad dará luz verde a los productos homeopáticos que se vendían sin control de calidad. Lo que dicho de otra manera sería que ¡Ya! se estaban vendiendo productos homeopáticos sin control de calidad, pero ahora, les dejarán. Vamos, que no va a cambiar gran cosa…

boiron oscillococcinum 6 unidosis1 - Por fin el gobierno hace algo bien: Aprueba la homeopatía!!!

Antes se basaban en que, cómo no tenían efectos secundarios (tampoco primarios), no hacían daño a nadie. Y al final han encontrado una manera de sacar dinero a la gente que le sobra para gastárselo en agua bendita en vez de aplicar más recortes. Mi más sincera enhorabuena por primera vez al gobierno de Rajoy.

Vamos a explicar así por encima en que se trata la homeopatía. No hay que confundir con medicina alternativa (natural, acupuntura, etc), ya que a la mínima te saltan a la yugular diciéndote que las plantas tienen propiedades y sacándote las uñas… Ya lo sé, hombre. Si una simple aspirina viene de la corteza del sauce blanco y muchos medicamentos tienen su propiedad activa en hierbas o plantas, y hasta un poco de maría te quita las penas… Pero la homeopatía es otra cosa, es un chiste y de los gordos.

Algunos habremos leído en novelas históricas como «El médico » de Noah Gordon (por cierto, hacen peli) u otras como Ibn Siná-Avicena o cualquiera de la época en la que cuando uno se ponía chungo sólo se hacía una cosa: Sangrías, llenarlo de sanguijuelas o purgar con lo primero que encontraban. Desangraban a la gente unas personas que se hacían llamar «doctores » y que de medicina sabían tanto como yo.

Pues por esos tiempos, a finales del siglo XVIII apareció un «médico» alemán llamado Samuel Hahnemann que tuvo una inspiración. Bueno, una no, varias.

Samuel Christian Hahnemann - Por fin el gobierno hace algo bien: Aprueba la homeopatía!!!

La primera de ellas era que «si podía encontrar una sustancia que indujera los síntomas de una enfermedad en un individuo sano, ésta podría ser luego utilizada para tratar esos mismos síntomas en un enfermo «(1). Pero no de cualquier forma, no. Había que administrarla en dosis minúsculas para que en vez de provocar los síntomas, los curase.

Como he dicho antes, las sustancias químicas y diferentes clases de hierbas pueden tener efectos indeseados, así que Hahnemann inventó el elemento clave de lo que es la homeopatía actual, la dilución, ya que de esta manera no sólo se incrementaban sus poderes medicinales espirituales sino que encima, se reducen los efectos secundarios.

Pero esto no se hacía de cualquier manera no… esto tiene un proceso de la hostia al que llamó sucusión. Y se basaba en que «a cada dilución, el recipiente de vidrio que contenga el remedio debe ser agitado con diez vigorosas sacudidas contra «un objeto duro, aunque elástico». A tal fin, Hahnemann encargó a un fabricante de sillas de montar la confección de una tabla de madera para agitaciones hecha a medida, forrada en cuero por un lado y rellena de pelo de caballo. Esas diez enérgicas sacudidas siguen aplicándose hoy en día en las fábricas de píldoras y pastillas homeopáticas. «(1)

Todo esto, ya de por si casi inverosímil para alguien que tenga aprobado 1º de ESO, no termina aquí. Una dilución, por ejemplo de 30C,  «significa que la sustancia original ha sido diluida a razón de una gota entre cien, el resultado de esa dilución ha vuelto a ser diluido a razón de una gota entre cien, y así sucesivamente hasta completar treinta rondas de dilución…«(1) Y hay diluciones de más de 200C.

Ejemplos: 30C: Una esfera de 150 millones de kilómetros (la distancia entre la tierra y el sol) y una sola molécula de otra sustancia.

Ejemplos 55C: «El universo contiene 3 × 10 elevado a 80 metros cúbicos de espacio de almacenaje (ideal para formar una familia): si lo llenáramos de agua e incluyéramos una sola molécula de un ingrediente activo, estaríamos hablando de una mísera dilución de 55C «(1)

Pero esto no es todo, aún nos queda… la memoria del agua.

Según esta gente el agua tiene memoria. Pero casualmente parece que sólo se acuerdan de la molécula que les interesa, ya que el ciclo del agua es algo grande, recomiendo la canción de los Toreros Muertos , «mi agüita amarilla « (No me he podido resistir a ponerla, ver a Pablo Carbonell es que no tiene desperdicio). Así que no recuerda su paso por las alcantarillas, nuestros organismos, la de millones de animales, su paseo por las nubes, su baile por los ríos… No. Sólo se acuerda de su molécula milagrosa.

Hay que ser imbécil.

Hacerse experto en homeopatía es tan fácil que sólo te lleva 3 minutos.

Aunque sigo sin comprender como en Universidades como la de Zaragoza se imparten Cátedras de homeopatía de la mano de Boiron, por supuesto. Se llegaron a anular y retirar los títulos anteriores, pero se siguen impartiendo.

Han habido casos de procesos judiciales por dejar morir a un hijo por culpa de la homeopatía. El gigante de la homeopatía Boiron paga 12 millones de dolares para frenar las demandas por publicidad engañosa en EEUU (enlace roto). Aquí no les hace falta, cuanto más paguen más impuestos se llevará el Estado y eso es todo lo que les preocupa, es una evidencia que nuestra salud les importa una mierda. Pero ese impuesto al menos no es para todos. Es para aquellos idiotas que se dejan engañar por un placebo (producto que no tiene ninguna interacción con nuestro organismo, normalmente basado en azúcar) a precio de oro.

Por cierto, otro impuesto bien merecido: La lotería. La lotería de Navidad tiene unas probabilidades de 1 entre 85.000 de que te toque. Es como llenar el Santiago Bernabeu que tiene capacidad para 85.454 espectadores y que entre todo el estadio lleno te tocara a ti. Bastante poco probable. La Lotería Nacional del Jueves sería de 1 entre 600.000, o sea llenar seis Camp Nous (99.354 espectadores) y que te tocara.

Como bien dicen «La lotería es un impuesto que pagan aquellos que son malos en matemáticas«. os recomiendo para ver el mundo de otra manera el libro «El hombre anumérico«, de John Allen Paulos

(1) Extraído del libro «Mala Ciencia » de Ben Goldacre

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