¿Libertad de qué?

El otro día leyendo una noticia sobre el uso de tu nombre real en facebook me quedé algo inquieto. Hace tiempo que en facebook no se permiten apodos, nicks, o como lo quieras llamar. Se requiere que pongas un nombre real, lo cual no quiere decir que te puedas inventar un nombre cualquiera y quedarte tan pancho. Pero eso de princesa92 ya no sirve…

Al menos en España.

Como se lee en el artículo, facebook tiene que adaptarse a las leyes de cada país, y en países como Alemania se obliga a facebook a permitir que la gente pueda utilizar un apodo sin necesidad de poner su nombre real. Todo depende de la legislación de cada país.

En España, como ya imaginaréis, con la mal llamada Ley de Seguridad Ciudadana y bien apodada Ley Mordaza, se exige que el nombre sea el auténtico. Una facilidad a la hora de coger y sancionar culpables por convocar manifestaciones y quejarse de nuestro maravilloso sistema.

¿Pero no éramos todos unos grandes fans de la libertad de expresión?

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JE SUIS HYPOCRITE

Parece que no. Ya no podemos protestar un desahucio, ni reunirnos pacíficamente delante de Instituciones del Estado (todo esto por la Seguridad Ciudadana, se entiende…), a las autoridades no les podemos hablar ya ni de buen rollo o te enchufan 300€ de multa, ni grabar una actuación policial en la que las «autoridades» se pasen tres pueblos, ni publicar una fotografía en la que se vea un coche de policía aparcado en una plaza de minusválidos, y por supuesto no silbar el himno patrio ni poner banderas que no gusten (no me refiero a las esteladas únicamente, en el nombramiento de Felipe VI se prohibieron todas las banderas republicanas por la zona). Y ahora, ojito con lo que se dice en twitter o en facebook que te cae una buena.

En definitiva, aquí la libertad de expresión consiste en ser libre de expresar lo que quieras siempre y cuando guste a los de arriba.

Algo parecido ha pasado en Alemania, que han acusado de traición a dos periodistas por sacar a la luz trapos sucios de políticos. Lo mismo habría pasado aquí con los papeles de Barcenas o los correos de Blesa que fueron publicados por medios de comunicación. ¿Os imagináis que los jueces espiaran a los encargados de publicar dichas noticias? Bueno, esto no es muy complicado de imaginar. ¿Y que el fiscal general acuse a los políticos de interferir en las investigaciones? Eso ya es más difícil, aunque fuese lo normal. Pero como en este país el sistema judicial lo pone el mismo gobierno, pues siempre hay buen rollito. Los políticos no deberían interferir en las investigaciones, pero creo que cuando se salta un derecho tan legítimo como el de libertad de prensa y es la propia fiscalía general la que atenta contra él, algo hay que hacer. De aquí que se hayan decidido cesar al mismísimo fiscal general. Estos alemanes los tienen bien puestos.

Pero sigamos con jueces y libertades.

Hoy leo que en Teruel, por escribir una carta al director en un diario críticando a una jueza les ha caído a dos activistas una multa de 4800€ y una indemnización de 3000€ a la magistrada por injurías. Unos hecho muy raros que solo parecen caer a favor de una empresa a la que la jueza benefició. No entraré a debatir quien tiene o no razón. Pero me parece muy poco ético que el motivo de desestimación del constitucional ante la respuesta de la fiscalía que dice que el artículo no es injurioso y se basa en el derecho de la libertad de expresión amparado en la Carta Magna sea: «los jueces deben tener especial protección de cara a la opinión pública«. ¿Y eso porqué? ¿Esa protección del (yo tengo razón y punto por ser juez) está por encima de la propia Constitución?

Entre los entes protegidos, los aforados, los jueces puestos por parte de políticos, las leyes hechas para acallar al pueblo… A ver quien tiene cojones a decirme que todos somos iguales ante la ley.

Facebook y nuestro derecho a desaparecer.

Ayer me encontré por primera vez con el problema. Es una cosa que puede parecer inocente, y que la gente puede propagar sin maldad, pero que puede convertirse en un arma de doble filo.

Entrando en el grupo de mi barrio de Barcelona alguien puso una foto de una pareja con una descripción que decía que se buscaba urgentemente a la chica de la foto. Cuando alguien le preguntaba cuál era el motivo la chica que puso la foto contestó con un simple —No sé, a mí me han dicho que lo pasara—.

Lo primero que piensas es que puedes estar haciendo un bien pasando una foto en la que se busca a alguien. ¿Pero y si te equivocas?

Hoy me he vuelto a encontrar con una foto similar y ya me ha dado más que pensar. ¿Y si esa persona se está ocultando expresamente? Los motivos pueden ser varios, pero podemos poner un ejemplo claro y grave: el de una mujer maltratada. ¿Imagináis por un momento que se está ocultando de su agresor y que alguien, involuntariamente, desvela el paradero de la mujer?

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La idea en sí puede ser buena, pero siempre y cuando sea de una fuente fiable. Por ejemplo, no sé si la Policía lo hace, pero estaría bien que hubiese un espacio dedicado a personas desaparecidas en una página de Facebook registrada y verificada, en la que ellos pongan las fotos de personas que están realmente en búsqueda, y que se pudieran difundir con la certeza que estás haciendo lo correcto. En twitter es más sencillo, ya que en el retuit te sale si es de la Policía con el icono de certificación o no. Pero en Facebook la confirmación se complica…

Estamos cansados de ver por la tele, sobre todo en series estadounidenses, la imagen del peligroso de turno o de una mujer en peligro. En esos casos las imágenes fluyen por canales de noticias dónde se presupone una veracidad implícita. No estaría mal que se empezaran a usar los nuevos medios sociales para búsqueda de personas.

Pero siempre, y repito, siempre, que sean de una fuente fiable y no de alguien que la ha compartido por alguien que le ha dicho que…

La memoria y nuestro YO.

El otro día leyendo un artículo sobre el cerebro, de Gary Marcus, Director del Centro de Lenguaje Infantil de la Universidad de Nueva York, me vino una inquietante sensación de desasosiego. Algunas cosas las conocía, pero algunas no, y esas me hicieron plantearme unas ciertas preguntas.

Nuestra memoria no es infinita ni mucho menos. Aquello de que el saber no ocupa lugar es completamente falso. Sí lo ocupa. Aunque eso no signifique que no tengamos una increíble capacidad de almacenamiento.

Vamos a ir por partes y a grandes rasgos lo que yo tengo entendido. Si alguien ve que estoy equivocado por favor, que me lo diga.

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¿Cómo funciona nuestro cerebro?

 

Tenemos varios tipos de memoria. Las más importantes son la Memoria de Largo Plazo, la Memoria de Corto Plazo y la Memoria de Trabajo.

La memoria de trabajo o memoria operativa es la consciente que permite a tu cerebro trabajar en el presente. Cuando te dan un número de teléfono y lo apuntas están trabajando con memoria de trabajo u operativa. Después de su uso, puede pasar a la Memoria de Corto Plazo o a la Memoria de Largo Plazo. Cuando recuperas información de tu memoria de largo plazo y la utilizas, en ese momento se convierte en memoria de trabajo.

La memoria de corto plazo se considera a los hechos recientes que todavía no han sido eliminados o movidos a la memoria de largo plazo. Se suele corresponder con unas 20 ó 24 horas siempre que descansemos bien. Aquí es donde incluimos qué cenamos ayer o a qué hora llamamos a alguien anteayer. Recordamos mejor los hechos conscientes, así que actos que se hacen en modo automático y a los cuales no les prestamos mucha atención «quizá por rutina, quizá por estar prestando atención a otra cosa» se suelen olvidar. Así, es más fácil recordar a qué hora se llamó por teléfono, que requiere un acto consciente que quizá recordar lo que comiste si lo hiciste mientras estabas por otras cosas o la comida no la habías preparado tú.

De todas maneras en nuestra percepción de las cosas nuestro subconsciente va creando huellas mnémicas, tales como el aroma, la temperatura, sonidos, imágenes, canciones… Esas huellas mnémicas pueden guardarse junto al recuerdo si pasa a la memoria de largo plazo o pueden eliminarse junto al recuerdo. ¿Quién no ha recordado una vieja escena a la perfección a través de una canción? Quizá de vuestra canción. Al sonar, irremediablemente el recuerdo aboca al presente de manera inmediata. O un olor… una fotografía… Eso son huellas mnémicas.

Y por fin la más interesante para mí: La memoria de largo plazo. Es innegable que es capaz de albergar muchísima información. El problema es que somos nefastos a la hora de recuperar dicha información. En un ordenador la información está bien guardada con un índice que permite acceder a la información de manera inmediata porque se conoce donde está alojada. Nuestro cerebro no funciona así desgraciadamente. Se podría decir que tenemos la mejor biblioteca del mundo con la peor bibliotecaria.

Una de las cosas que me llamó la atención del artículo era que tendemos a recordar mejor las cosas que encajan con nuestras creencias que aquellas que las contradicen. Tal como él dice:

«Somos más proclives a recordar la información que concuerda con nuestra propia posición personal que la que se aparta de ella.»

Nuestra memoria dista mucho de ser perfecta. Nuestro estrés puede borrar recuerdos, a veces somos incapaces de reconocer a alguien fuera de su contexto «lo conozco, pero no sé de qué», tener palabras en la punta de la lengua y no querer salir, errores en las declaraciones de testigos que han visto el mismo suceso y cada uno lo ve de manera distinta… E incluso es capaz de crear verdades a raíz de mentiras. Es sabido que hay gente que a partir de una mentira la ha convertido en verdad pudiendo pasar todas las pruebas de detectores de mentiras. Gente que recuerda sucesos que jamás ocurrieron. También se han dado casos de plagios involuntarios. Algo que hemos visto, leído u oído con anterioridad… y después, sin querer, hemos empezado a crear con dicho material pensando que es nuestro. Como músico aficionado me he llevado muchos chascos de este estilo…

Recuerdo también un experimento en el que pasaban unas imágenes a un grupo de veinte personas a la vez y pedían la descripción de una persona que había salido en las imágenes. El problema era que el experimento solo se hacía sobre un sujeto, y los otros diecinueve aportaban datos para confundirlo. Al final, la imagen que el sujeto dictaminó estaba completamente manipulada por la información que entre sus «compañeros» de experimento habían manejado.

— Tenía barba.

— Yo no lo recuerdo con barba.— decía el sujeto.

— Si, si que tenía barba.— decía otro del grupo.

— Pues yo diría que no.— volvía a insistir el sujeto.

— Segurísimo.— volvía a insistir otro del grupo

«Un rato después…»

— Pues puede ser que si tuviera. Ahora que lo decís, si que me suena.— acaba reconociendo el sujeto.

Todo esto ya lo conocía, pero lo que me llamó la atención fue lo de recordar nuestras creencias por encima de las otras. Esto viene a decir que nuestra subjetividad se ve agravada por esta circunstancia. O lo que es lo mismo, cada vez somos más subjetivos y reacios a contrastar nuestras creencias.

Después de estas deducciones lógicas algo me hizo todavía aterrarme más. ¿Qué pasaría si alguien reforzara esas ideas o creencias nuestras? ¿Nos volveríamos más radicales?

Rápidamente me vino a la cabeza como no podía ser de otra manera Facebook y Google. Si alguien sabe lo que nos gusta, sin duda son ellos. La información que me llega es cada vez más sesgada por un patrón. Por mí patrón. Lo que a su vez quiere decir que guardaré información sobre cosas que me gustan y las recordaré de la misma manera. Pasando de la subjetividad más o menos sana a un radicalismo insano. Y más si tenemos en cuenta de qué manera manejan la información los medios de comunicación.

Nuestro cerebro sigue siendo un misterio, pero si lo comparamos con un ordenador también podemos hacer el símil de pensar que tiene muchos fallos de seguridad. Fallos que muchos especialistas de la comunicación conocen y ponen a disposición del mejor postor para manipular con destreza y sin que apenas nos demos cuenta.